Si antes del año 2050 el nivel del mar sube seis metros, como se estima, la industria turística del sol, arena y playa en República Dominicana desaparecería totalmente. Así lo destaca José Santana, director de la Comisión Internacional Asesora de Ciencia y Tecnología (CIACT), en un informe presentado hace dos semanas al Congreso Nacional. Para ver los estragos del cambio climático, sin embargo, no hay que hacer proyecciones futuras. Basta fijarse en las consecuencias de las tormentas Noel y Olga, que dejaron más de cien muertos y 80 mil desplazados.
Santana las describe como “un doloroso llamado de atención sobre el desafío que nos corresponde enfrentar”
En su discurso el 13 de diciembre ante los delegados de los 190 países reunidos en Bali, Indonesia, el Secretario de Medio Ambiente, Omar Ramírez, también hizo énfasis en los impactos del cambio climático en la República Dominicana: inundaciones más intensas y frecuentes, sequías, tormentas fuera de época, erosión de las costas, y blanqueamiento de los bancos coralinos.
En las zonas más vulnerables, las costas, habitan unos 4.3 millones de dominicanos, aproximadamente el 50 por ciento de la población del país.
La mitigación y adaptación al fenómeno del calentamiento global, provocado por el aumento de los gases de efecto invernadero (GEI) como el dióxido de carbono, no sólo requiere de creatividad para la búsqueda de formas de producción alternativas, sino también una gran inversión: será necesario dedicar para ello un 0.5 por ciento del Producto Bruto Interno mundial, según el IV informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC).
El reclamo internacional es que los países desarrollados, principales responsables de las emisiones de GEI, creen un fondo para financiar la adaptación al cambio climático en los países pobres.
“Puesto que la crisis la han creado los países desarrollados, deben asumir sus responsabilidades, incluyendo la de proteger a las víctimas potenciales del fenómeno”, afirmó Kevin Watkins, principal autor de un estudio sobre el tema del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Dos días después de la ponencia de Ramírez en Bali, los participantes aprobaron una Carta de Ruta que establece las pautas para las negociaciones de un nuevo acuerdo que sustituya al Protocolo de Kioto, que vence en 2010.
Kioto obliga a 39 países desarrollados a reducir sus emisiones de GEI en un cinco por ciento respecto a los niveles de 1990.